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divendres, 27 de novembre del 2015

Crítica de "El caballero de los Siete Reinos", de George R.R. Martin




George R.R. Martin lo ha vuelto a hacer. Ha escrito un nuevo libro, humilde pero redondo, que demuestra que el mundo de Canción de Hielo y Fuego no sólo se sustenta por las guerras entre los Lannister y los Stark, ni siquiera por la ominosa amenaza de Los Otros o por el mágico renacer de los dragones. No. Poniente es mucho más que eso, como nos recuerda El caballero de los Siete Reinos, un libro que, como de costumbre, nos hace llegar el fiel escudero de Martin, la editorial Gigamesh.

Para quiénes se piensen que El caballero de los Siete Reinos sería lo equivalente a El Hobbit dentro del universo literario de Martin van muy equivocados pues, para empezar, el que nos ocupa no es un libro autoconclusivo, sino más bien un conjunto de relatos cortos con un mismo hilo común. Así, seguimos las peripecias de Ser Duncan “Dunk” el Alto y su escudero, Egg, dos personajes inexistentes en la saga original, ya que su historia empieza 90 años antes del inicio de Juego de Tronos.

Sin embargo, el gran acierto de Martin a la hora de enfocar esta nueva aventura recae en el hecho de mover el foco de la corte y las Grandes Casas a la que nos tiene acostumbrados al pueblo. Por lo tanto, estamos delante de una historia mucho más costumbrista que funciona de manera excelente gracias a la gran química que hay entre el honroso y torpe Dunk y el astuto y compasivo Egg.

El primero de los relatos, El caballero errante, nos cuenta cómo se conocen los dos protagonistas en el marco del Torneo de Vado Ceniza. Estamos aún en una época dorada de la caballería, mucho más esplendorosa que la decadente etapa de los libros centrales de la saga Canción de Hielo y Fuego. La segunda historia, La espada leal, empieza tras un breve salto temporal que nos da a entender que el vínculo entre caballero y escudero se ha fortalecido, con la Gran Epidemia Primaveral como telón de fondo. Sin embargo, esta segunda entrega comienza de un modo un tanto más flojo que su predecesora, aunque un giro inesperado al más puro estilo Martiniano que llega hacia la mitad del texto aporta a la lectura un toque muy interesante. El último relato es, probablemente, el mejor. Titulado El caballero misterioso, la historia nos lleva a un nuevo torneo, esta vez en Murosblancos. Las identidades secretas, uno de los grandes temas de Canción de Fuego y Hielo, tienen mucha importancia aquí.

Pero hay más, pues El caballero de los Siete Reinos no sólo pretende entretenernos con tres buenas historias, sino que ejerce de perfecto complemento de la saga original, proveyéndonos de más información histórica sobre algunas de las Grandes Casas, además de poder ver en acción a algunos de los personajes más interesantes que se mencionan en los libros, como el Cuervo de Sangre o Baelor Rompelanzas. Por si fuera poco, Martin nos introduce en una época narrativamente sublime, como lo es la de la Rebelión Fuegoscuro, un terreno pantanoso que puede ocultar algunas de las pistas clave para predecir el final de Canción de Hielo y Fuego.

Por lo tanto, estamos delante de un libro que es mucho más que eso, pues no carente del humor socarrón que caracteriza a George R.R. Martin, actúa como un entretenido pasatiempo mientras esperamos el ansiado tomo de Vientos de invierno, que probablemente estará al caer. Además, Martin ya ha anunciado que Dunk y Egg protagonizarán muchas más aventuras, e incluso se ha atrevido a pregonar algunos de los títulos, como The She-Wolves of Winterfell, The Village Hero o The Sellsword, aún sin traducción oficial. Así que para los entusiastas con las sagas largas, ¡vete tu a saber si estamos delante de la serie más larga que Martin pretende publicar! Aunque en lo referente al número de páginas, queda claro que no hay pretendiente alguno que logre siquiera rivalizar con Canción de Hielo y Fuego para conseguir el Trono de Hierro.


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